Ir al contenido principal

Ayer sin internet, hoy sin playa

Más de una semana sin escribir, pero esta vez no ha sido culpa de mi inconstancia. Simplemente me quedé sin internet. Parece increíble poder sobrevivir sin conexión durante una semana, pero resulta que, ¿adivinan?, se puede. Resulta que aún es posible vivir sin consultar el periódico online, sin leer los posts de tus bloggers favoritos y sin escribir en el tuyo. Resulta que aún es posible vivir sin facebookear  y sin twittear, sin ver videos en youtube, sin consultar el correo, sin buscar una receta en la red, sin googlear cualquier duda que se nos presente... En fin, para lo que cada uno utilice internet.
No ha estado mal. No he tenido convulsiones, ni sensación de ahogo, ni una necesidad imperiosa de entrar en un local con conexión. He llevado una vida completamente normal: he jugado con mis hijos en el mar, he paseado por la playa con mi marido, he cocinado spaghettis, he leido un par de libros y alguna revista... Vamos, lo normal. Pero me alegra volver a la vida virtual.

No iba a escribir sobre esto, sino del fin de las vacaciones, pero me deprime bastante pensar que esta mañana veía el mar desde la terraza y ahora estoy sentada en mi sofá,  mi marido revisa el correo acumulado durante estas semanas y los niños duermen en sus cunas. Así que mejor me voy a dormir.